Los documentos no gustaron a muchos de los patrocinadores de la selección, que se desmarcaron de las afirmaciones hechas por el equipo de abogados. El deporte juvenil creció y los equipos universitarios se volvieron canteras de la escena mundial de élite, mientras las mujeres luchaban por jugar el deporte en otros países. La selección nacional femenina de Estados Unidos pasó casi desapercibida cuando jugó su primer partido internacional en 1985. También llamó poco la atención en 1991, cuando ganó la primera Copa Mundial Femenina, celebrada en Cantón, China.